Qué tendrán los vehículos a motor que nos hacen quemar tanta adrenalina. Si a esto le sumas el hecho de ir pegando saltos por las dunas de un desierto, la cosa se pone todavía más emocionante. En el desierto de Huacachina los buggies son los reyes, surcan la arena serpenteando a toda velocidad para el disfrute de sus pasajeros. Es la montaña rusa sin railes más emocionante en la que me he subido en toda mi vida, con la diferencia de que nunca sabías hacia donde iba a ser el siguiente loop. Se escuchaban los gritos de los pasajeros de otros buggies desde la otra punta del desierto, una locura. Estos bichos pueden llegar a alcanzar hasta 120km/h y tienen una estabilidad impresionante, suben por auténticas paredes de arena sin inmutarse.
También hicimos sandboarding, que consiste en tirarse con una tabla de snow por una ladera bien empinada. Al principio da un poco de miedo porque te tienes que tirar tumbado con la cabeza hacia delante en la tabla y no sabes muy bien cuánta velocidad puede coger aquello porque la bajada es todo en línea recta. Primero el chófer nos llevó a bajaditas fáciles para que nos fuéramos familiarizando y luego ya a dunas bastante imponentes. Colocas las piernas abiertas en el aire en forma de V… y allá que vas ladera abajo a todo lo que da la tabla.
Nos íbamos tirando de uno en uno con un buen empujón del guía y cada vez nos veníamos más arriba con la bajada hasta coger unas velocidades impresionantes. Jugamos a ver quien hacía «new record» con los surcos que íbamos dejando en la arena, incluso intentando desafiar las leyes de la física y la aerodinámica como auténticos hombres bala.
Después de habernos quedado sin adrenalina, tocaba momento para el relax y disfrutar de un precioso atardecer…