Íbamos todavía dormidos en el autobús cuando empezó a escucharse un suave murmullo que se iba haciendo poco a poco cada vez mayor… se notaba inquietud en el ambiente. Al fondo, en el horizonte, comenzaban a emerger las imponentes montañas de El Chaltén y todo el mundo se apresuraba revoloteando por el autobús para captar las primeras instantáneas desde la ventanilla.
Uno cuando entra en esta pequeña localidad de El Chaltén siente que se detiene el tiempo, todo lo que alcanza la mirada a tu alrededor es un paisaje de ensueño. El nombre de Chaltén significa «montaña que humea» y esto es debido a las continuas nubes que flirtean con su cima casi a diario, como si se hubieran quedado prendadas de ella y no pudieran irse a otro lado. El pueblo se encuentra enclavado en un amplio valle bajo la atenta mirada del pico Fitz Roy, una cordillera montañosa que parece recortada a tijera y que adorna las vistas desde cualquier punto del valle.
El cartel de madera que da la bienvenida al lugar bien podría haber sido serrado y lijado in situ por un ebanista mirando la silueta real directamente en el horizonte.
No había pasado ni un sólo día en el pueblo y ya nos sentíamos como en el patio de nuestra casa.
Tomando en cuenta las previsiones meteorológicas, esta vez decidimos hacer la caminata más espectacular el primer día. Resulta llamativo lo bien señalizado que está todo, las rutas todas comienzan y terminan desde el mismo pueblo y puedes hacerlas cómodamente en un día. También está permitido acampar libremente en los lugares habilitados para ello y existe la posibilidad de realizar varias rutas entrelazadas entre sí a modo de circuito. Es el auténtico paraíso de los amantes de la montaña, no en vano es conocida aquí como la capital nacional del trekking.
El comienzo del sendero está inmerso entre frondosa vegetación, atravesando ríos de agua cristalina y pequeñas cascadas a su paso. Después de rellenar de agua nuestras cantimploras en una de las paradas, estuve haciendo varias fotos y creo que ya tengo fondo de pantalla de ordenador para cuando vuelva a trabajar.
Si precioso era el camino, lo mejor aún estaba por llegar. Tras una empinada subida final de casi una hora con desniveles de hasta el 40% se alcanza la base de la montaña, donde se encuentra el Lago de las Tres (sí, yo también estoy todavía esperando a que terminen la frase… ¡las tres qué!).
Las vistas desde allí son de las que te dejan sin aliento, el blanco deslumbrante de la nieve acumulada en las bases de la montaña le da un toque idílico. Si al mejor creativo de Pixar le encargaran que diseñara por ordenador la montaña de sus sueños estoy convencido de que el resultado sería algo muy parecido al Fitz Roy, un paisaje de auténtico ensueño.
Desde la pequeña colina se puede divisar también la Laguna Sucia, un tremendo remanso de agua de color intenso azul turquesa alimentado por las nieves perpetuas de la ladera. La laguna y el cielo se pasan el día entero peleándose por ver quién es más azul.
Comencé mi camino de retorno montaña abajo pensando si aquello que acababa de ver no sería un gigante holograma proyectado en el cielo, era demasiado bonito como para ser real. Sin ir mas lejos, esta montaña es considerada por muchos alpinistas como una de las más bellas del mundo. Para mi sin duda es la montaña más espectacular que he visto en toda mi vida.
Otro de los días hicimos el trekking hasta la Laguna Torre, unos 11km de recorrido que finalizan en una laguna donde se acumulan icebergs los cuales se desprenden de la lengua del glaciar que desemboca en ella. Incluso los pequeños trozos de hielo que llegan a la orilla tienen forma de sonrisa.
A su lado el Cerro Torre, una de las montañas mas bellas y singulares del mundo. Es un desafío mítico para los alpinistas, y en la opinión de muchos de ellos, la montaña más difícil de escalar del planeta. La historia de sus ascensiones han marcado un antes y un después en la historia del alpinismo, donde la lucha entre hombre y montaña se ha llevado a cabo buscando siempre los límites entre la capacidad técnica y la audacia. Su extrema dificultad radica en su aguja granitica de la cima con forma afilada y paredes prácticamente verticales.
Una vez allí bordeamos toda la laguna hasta llegar al mirador Maestri, desde donde se puede apreciar una perspectiva inmejorable de la lengua del glaciar como si ésta estuviera jugando a deslizarse por un enorme tobogán blanco.
Nos hemos despertado aquí el último día como si todo esto hubiera sido parte de un sueño del que no quieres todavía despertar. Nos vamos de El Chaltén con la certeza de que algún día de nuestras vidas retornaremos a este lugar tan increíble, y con la seguridad de que volveremos a quedarnos impactados de nuevo por una de las montañas más bellas del mundo.