Hobbiton

Hobbiton es uno de esos lugares que merece la pena ser visitado incluso aunque no hayas visto ni una sola película de El Señor de los Anillos. No me extraña que su director quedara prendado de este lugar allá por 1998 mientras sobrevolaba la zona con una avioneta en busca de nuevas localizaciones para su película.

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Es como si estos terrenos hubiesen estado predestinados desde siempre para dar cobijo a un lugar tan mágico como el que se imaginaba J.R.R. Tolkien en su cabeza.

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El propietario real de estos terrenos, que aparece en el vídeo introductorio, no puede disimular su cara de satisfacción. Eso sí que es que te toque el premio gordo sin haber echado ni una sola papeleta. Al ser un lugar tan escondido e inaccesible se requirió la ayuda del ejercito neozelandés para construir una carretera de 1’5kms que conectara el lugar con la localidad más próxima, Matamata.

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La visita guiada comienza por la misma senda por la que aparecía Gandalf subido en su caballo charlando con Frodo en una de las primeras películas. Lo primero que llama la atención es lo bien cuidado que está todo, sabes que hasta el más mínimo detalle no está ahí por casualidad y entiendes realmente por qué una de las grandes cualidades de un buen director de cine es el perfeccionismo. Con razón luego hacen esas verdaderas obras de arte en forma de película.

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Es como haber aparecido de repente en un día cualquiera de la vida de los hobbits, nosotros por ejemplo cuando fuimos Bilbo Bolson se había dejado la ropa tendida al sol.

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Imaginé muchas veces lo alucinante que sería vivir in situ un rodaje de una de las películas y cómo retumbaría el «¡¡corteeeeeeeen!!» en el vozarrón de Peter Jackson por todo el valle. Nos contaban que más de 400 personas pueden darse lugar allí durante la grabación. Este sin duda es un lugar de película, pero en este caso sin sentido figurado ni nada, de película de verdad.

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Otra de las curiosidades que nos contó la guía es que cuando iba a comenzar la grabación de El Hobbit se dieron cuenta de un pequeño gazapo. Al tratarse de una precuela, la película está ambientada en una época anterior a El Señor de los Anillos… ¿pero qué pasaba? Que el árbol que salía justo encima de una de las casas había seguido creciendo y creciendo y se había hecho enorme, por lo que iba a resultar poco creíble para la historia.

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Al final se decidió cortarlo y colocar en el mismo lugar otro de mentira pero de menor tamaño. Está tan bien hecho que es practicamente imposible distinguirlo de uno real incluso a muy pocos metros de distancia. Corría una suave brisa ese día y las hojas se movían como si de un árbol real se tratase.

Otra de las cosas que uno se pregunta al visitar este sitio es si por dentro las casas estarán decoradas como en la película. Y aquí la magia del cine vuelve a hacer creíble lo increíble, cuando abres la puerta ves que… están totalmente vacías.

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Nos contó la guía que estos decorados del interior de las casas no se encuentran aquí sino en Wellington, una ciudad unos cuantos kilómetros al sur donde se graban las escenas interiores.

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Terminamos la visita tomando una cerveza en la taberna de Bolsón Cerrado alrededor del fuego y brindando por larga vida para nuestros pequeños amigos, los hobbits.

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